Ciclo 0 a 3 años, ¿educativo o asistencial?
El ámbito educativo natural, a esta edad, es la familia
Intervención en el congreso de la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Privada, ACADE (abril de 2002), en el que se justifica que la regulación académica de una etapa evolutiva como la que va desde los cero hasta los tres años puede ser necesaria para solventar las dificultades derivadas de los condicionantes laborales; pero los padres debemos saber que, a esta edad, el ámbito educativo natural de un niño es la familia. Esta opción es la mejor que podemos ofrece a nuestros hijos
PERSPECTIVA EDUCATIVA
Naturalmente no pretendo pontificar ofreciendo argumentos técnicos sobre si la regulación –podríamos llamar– académica de esta etapa evolutiva que va desde el comienzo de la vida hasta los tres años debe ser contemplada exclusivamente como educativa, únicamente de forma asistencial, o bien de una manera mixta que conjugue aspectos educativos y aspectos asistenciales. Hay expertos mucho más capacitados que yo para ofrecer argumentaciones técnicas al respecto. Ahora bien, sí me atrevo a compartir con ustedes algunas reflexiones dictadas por el sentido común de un padre comprometido e implicado en la educación.
A mi modo de ver, toda persona que entra en relación con los niños, tiene sobre ellos una incidencia educativa; toda vez que la educación muy bien podríamos entenderla como el instrumento a través del cual se configuran en el educando hábitos de conducta, formas de pensar y de entender la vida, actitudes ante el medio que nos rodea o los conflictos que puedan surgir. De esta manera, en un establecimiento ajeno al hogar familiar, nuestros hijos menores de tres años también podrían salir adelante en la vida habiendo sido receptores, sin lugar a dudas, de una acción educativa.
Pero la educación también es un instrumento preventivo de determinados desequilibrios, inseguridades o fobias. Por eso, lo que a mí me dicta el sentido común, dejando al margen estudios –que los hay–, sobre todo cuando hablamos de una edad tan temprana, es que la relación afectiva paterno–filial es fundamental si queremos evitar consecuencias negativas que probablemente saldrán a relucir en un futuro. Es esencial para los hijos y para los padres. En esta edad, más que nunca, los padres y los hijos necesitamos sentirnos próximos, oírnos, tocarnos, acariciarnos, hasta olernos diría yo.
Nuestra sociedad se enfrenta al grave problema de qué hacer con los niños pequeños. En unos casos son eliminados antes de nacer. En otros, surge una fuerte demanda para que se abran centros que puedan atender a los pequeñosSin lugar a dudas, el ámbito educativo natural de un niño menor de tres años es la familia. Natural porque en el seno familiar es donde la naturaleza deposita a los seres humanos. Educativo, porque en ningún otro ámbito humano existe una relación de afectividad como la que se da entre padres e hijos, tan determinante en esta edad temprana. No olvidemos tampoco que, esta afectividad que se ejercita y se cosecha desde que los hijos nacen (incluso diría yo, desde antes) es un lubricante extraordinario en las relaciones familiares. Quizás los distanciamientos, cada vez más frecuentes entre padres e hijos en una sociedad tan compleja como la nuestra, que dificulta el cultivo de esta relación afectiva, sean el origen y la causa de graves problemas de convivencia que se dan en etapas evolutivas posteriores.
PERSPECTIVA SOCIAL
Para hacer un pequeño análisis desde el punto de vista social habría que fijarse en los senderos por donde discurre la vida de los hombres y mujeres de éste nuestro primer mundo. A mi modo de ver, los dos carriles de la autopista por la que caminamos en la vida son el tiempo laboral y el tiempo de ocio. Y precisamente la calidad de nuestro ocio, al entender de muchos, está en función de las retribuciones obtenidas en el durante el tiempo laboral.
La incorporación de la mujer al mundo laboral ha complicado extraordinariamente, no ya la educación de los hijos, sino incluso la atención asistencial que requieren; aunque esta última puede ser cubierta por otros mecanismos con los que cuenta la propia familia, como es la presencia de los abuelos. Pero es más, este papel social de la mujer ha dejado en evidencia al varón, haciendo aflorar su dejadez, comodidad y falta de compromiso ante la educación de sus hijos.
Una sociedad, inserta en una civilización con vocación de futuro, debería decidir si caminar sólo hacia el desarrollo económico y tecnológico o avanzar también en el desarrollo humano. De cualquier manera, esta sociedad, la nuestra, debe abordar el problema de qué hacer con los niños recién nacidos. Indudablemente una alternativa es no tenerlos. Pero mientras la naturaleza nos siga ganando la partida hemos de encontrar una solución.
De aquí que surja una fuerte demanda social para que se abran centros que puedan atender a estos niños. La envoltura tiene que ser atractiva, no vaya a ser que algunos padres sientan escrúpulos, más bien originados por sentimentalismos irracionales. De manera que desde esta perspectiva es ideal ponerle la etiqueta de ciclo educativo. Y el hecho es que lo es, ya lo creo que lo es. Quizá no haya otro ciclo en el que el educando reciba más influjo educativo.
Veamos ahora la otra cara de la moneda. Es un deber y un derecho de los padres, padre y madre, no sólo atender las necesidades primarias de sus hijos, sino también llevar la batuta en cuanto a su educación. Y es un derecho de los niños, ser educados directamente por sus padres. Si, por necesidades económicas (y no de otra índole), el padre y la madre se ven obligados a tener que trabajar fuera de casa; estos derechos se verán condicionados injustamente.
PERSPECTIVA POLÍTICA
Los políticos deben salvaguardar el derecho de los padres a educar a sus hijos y el de los hijos a ser educados por los padres; sin que se tenga que estar obligado, por una u otras razones, a tener que utilizar intermediarios¿Cuál sería la visión del problema desde la perspectiva política? Actualmente estamos inmersos en una dinámica en la que la política debe satisfacer las demandas sociales. No cuentan tanto los principios ideológicos como los requerimientos de los ciudadanos a aquellos personajes que les gobiernan. La masa social puede estar acertada o equivocada, puede verse más o menos manipulada; pero a fin de cuentas es la que tiene en su mano la facultad de otorgar el poder. La regulación de este ciclo obedece a una demanda social que la política debe satisfacer.
Ahora bien, no es menos cierto que los políticos tienen el deber de administrar los fondos públicos salvaguardando los derechos de los ciudadanos. Uno de ellos es al que antes nos hemos referido. El derecho de los padres a educar a sus hijos y el de los hijos a ser educados por los padres; sin que se tenga que estar obligado, por una u otras razones, a tener que utilizar intermediarios. Además, posiblemente, el gasto público se vería disminuido si se primara a las familias para que pudieran ejercer este derecho que les asiste.
Otro argumento utilizado en el ámbito político es el de que así se facilita la incorporación de la mujer al mundo laboral. En una sociedad como la nuestra, extremadamente condicionada por una tradición en la que la mujer únicamente era apreciada como madre y esposa; no sólo es necesario sino que es una cuestión de justicia facilitar la incorporación de la mujer al trabajo en igualdad de condiciones que el hombre. Sin embargo, no parece oportuno ni coherente, sino más bien demagógico, utilizar los servicios educativos para fomentar a toda costa el trabajo de la mujer (o del hombre, si fuera el caso) fuera del hogar familiar.
Sería un error omitir la incidencia de otros sectores colaterales a la política, como pueden ser los sindicatos. Regular legislativamente la escolarización de los niños recién nacidos, no sólo tiene el efecto perverso de desdramatizar un hecho de por sí dramático; también aumentaría los puestos de trabajo en un sector fuertemente afectado por el descenso de la natalidad. Por otra parte sería una forma de asegurar la escolarización futura de los niños, en aquellos centros que tengan autorizado este ciclo.
CONCLUSIÓN
En esta etapa de cero a tres años, el ámbito educativo natural del niño es la familia. No siendo además una etapa de escolarización obligatoria, los padres deberían contar con la posibilidad y con los medios necesarios para ejercer el derecho de educar a sus hijos; permitiendo que puedan ofrecerles una educación de calidad y el tiempo necesario que ello requiere. El ejercicio libre de este derecho no debería estar supeditado a condicionamientos económicos o laborales que pudieran incidir negativamente en la vida familiar y como consecuencia en el desarrollo y maduración de los hijos, sobre todo en esta edad.
El principal “instrumento educativo” que debe ser utilizado con los niños de esta edad no es ya el afecto, el cariño o incluso la ternura que podría dispensarle un buen profesional; sino ese amor que sólo un padre o una madre son capaces de brindar a sus hijos. Sin olvidar lo necesario que es para un adecuado desarrollo del niño menor de tres años la presencia y el contacto físico con sus padres; a quienes, lo queramos o no, los ha empezado a percibir incluso antes de su nacimiento.
¿Quiere esto decir que no hay que ofrecer este servicio a la sociedad? No, el servicio debe de existir. Ahora bien, en el ecosistema humano, entendido éste como el ámbito en el que todas las actuaciones tienen su repercusión en el bienestar de los individuos; el hecho de verse obligados a vivir de una manera que no sea la deseada, puede producir desequilibrios psico-fisiológicos además de conflictos en las relaciones de los individuos, circunstancias éstas que inevitablemente inciden en el desarrollo y maduración de nuestros hijos.