La escuela de padres más eficaz es aquella que consigue la colaboración de toda la comunidad educativa: profesores, alumnos y equipo directivo, además de los propios padres

Los profesores y la Escuela de Padres

Esta colaboración será extraordinariamente positiva si conseguimos que todos los agentes participen activamente en las sesiones de la "escuela", aunque esto no siempre es posible. Mi experiencia corrobora que el hecho de que algunas profesoras del centro participaran regularmente en esta actividad era un plus añadido que nos permitía a todos, no sólo conocer más profundamente a las profesoras de nuestros hijos, también ellas mismas nos aportaban una visión mucho más realista, emanada desde el propio centro. Sin omitir, por supuesto, que también eran un excelente reclamo para que los padres se inscribieran en la actividad.

De este planteamiento, a la larga, termina beneficiándose todo el centro. Y es que, la escuela de padres es precisamente el lugar ideal donde se pueden limar multitud de asperezas y muchos malos entendidos. Además se consiguen clarificar conceptos que pueden lograr el mejor ambiente pedagógico en la propia aula.

La escuela de padres es el lugar ideal donde se pueden limar multitud de asperezas y muchos malos entendidos

Siempre he defendido que la mejor escuela de padres sería aquella que surgiera de la trasformación de las tutorías grupales de aula. Coordinada por un matrimonio del propio aula y en compenetración con el tutor/a se podría conseguir la formación que se busca para los padres, pero también el conocimiento de las otras familias de los compañeros de nuestros hijos; además de propiciar una adecuada coordinación para trabajar aspectos concretos de la educación de nuestros hijos. Pienso, por ejemplo, y en función de las edades correspondientes, en temas como "la paga", los horarios para ver la televisión, la compra de objetos de marca, o trabajar un tema concreto de alguna asignatura en particular. No podemos obviar que los padres de los compañeros de nuestros hijos, a través de sus propios hijos, van a tener sobre los nuestros una determinada incidencia educativa. Es frecuente que los hijos intenten conseguir nuestro favor haciendo comparaciones con otros compañeros de clase: todos los de mi clase ven determinado programa de televisión o soy el único que no tiene un ordenador en su cuarto para poder hacer las tareas.

Pero, sin llegar a tanto, la colaboración más sencilla que nos pueden aportar los profesores es la de apoyar decididamente esta actividad. ¿Cómo? Animando a los padres de sus alumnos a que participen en ella, haciéndoles ver lo positivo y necesario que puede ser para ellos, como padres educadores, para sus hijos, como educandos, y para el propio devenir del aula, en donde es fundamental que exista el mejor ambiente pedagógico. En este sentido, son difíciles de entender los olvidos o las ausencias que algunos profesores pueden llegar a tener.

A modo orientativo se ofrece el texto de una carta a los profesores del centro para solicitarles esta colaboración de la que estamos hablando.

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