La economía lánguida de la CONCAPA
Campaña del euro
Financiarse a la desesperada
Conseguir recursos económicos atípicos era una prioridad para poder subsistir. El anterior equipo directivo de la CONCAPA había dejado una deuda de todo punto imposible de digerir. No quedaba más opción que ser imaginativos, audaces y atrevidos.
La penuria económica de la CONCAPA era tan grande, y grave, que nos vimos abocados a plantear el cobro de una cuota para la confederación gestionada a través de las direcciones de los colegios. No podíamos esperar que nuestras federaciones nos pagaran mucho más, habida cuenta del trabajo que les suponía abonar la cuota establecida. Elevar esta cuota en la propia organización resultaba inviable. Por otra parte, las federaciones se nutrían de las asociaciones de padres, y éstas de lo que pagaban los padres afiliados en cada uno de los colegios. Como era lógico, la mayor cantidad de dinero que en las APYMA,s se percibe por cuotas se queda en la propia asociación. Dadas las circunstancias, nos lanzamos a la aventura de solicitar a las direcciones de los centros escolares que nos abonaran un euro por cada familia cuyos hijos estuvieran escolarizados en su colegio.
Para poner en marcha aquella campaña debíamos contar con las organizaciones que representaban a los centros escolares: FERE, EyG y CECE. El razonamiento era muy simple. Estas organizaciones se nutrían económicamente de los ingresos que obtenían de sus centros afiliados. Pero esos centros obtenían sus recursos económicos de las familias que utilizaban sus servicios. A la postre, el dinero siempre tenía que salir del bolsillo de los padres. Pero, mientras que la estructura organizativa de los centros escolares contaba con unos recursos muy importantes y una infraestructura extraordinariamente digna, la de los padres estaba endémicamente en precario. Lo cual no era óbice para que fuéramos el blanco permanente de reproches injustificados. Mientras que todos ellos –incluidos sindicatos de profesores– se dedicaban a esta labor de manera profesional, los padres desempeñábamos nuestro cometido de manera altruista, desinteresada y voluntaria; eso sí, se nos exigía como si fuéramos profesionales.
Abundando un poco más en ello, utilizábamos el razonamiento de que la enseñanza concertada debía ser gratuita para los padres. Sin embargo, dada la escasez de recursos que se proporcionaban a través del concierto, los centros escolares se veían obligados a cobrar una cuota. El concepto por el que se pasaba esa cuota a las familias era diverso. A veces figuraban servicios extraordinarios o complementarios, pero otras era un donativo colaborador. Esta fuente de recursos económicos facilitaba la viabilidad no solo de los centros escolares, también de la estructura organizativa y empresarial que representaba a los colegios.
Afortunadamente, tanto la FERE como Educación y Gestión, entendieron el planteamiento. Sin embargo, la CECE no quiso ni oír hablar del tema. Se tomó la decisión de remitir desde FERE una carta dirigida a los directores de los centros y a los Presidentes de cada APA, firmada por el Secretario General de FERE, el Presidente de EyG y el Presidente de CONCAPA. En dicha carta se pidió a la Dirección del colegio que gestionara el cobro de 1 € a través de uno de los recibos que el colegio pasara a las familias.
A pesar de que todas nuestras federaciones, estaban al corriente de la “operación euro” como se dio en llamar, y también los diversos representantes de las otras dos organizaciones; las reacciones fueron diversas.
POR PARTE DE LAS FEDERACIONES DE CONCAPA
Todas, sin excepción, entendieron y se sintieron copartícipes de la iniciativa. La razón fundamental es que eran conocedoras de la penuria económica de la organización.
Algunas se quejaron levemente, como fue el caso de las federaciones de Alicante, Córdoba, Jaén, Tenerife y Valencia. Como siempre, se hizo notar la Federación de Valencia que difundió una carta argumentando las razones legales en contra del cobro del euro. Sin embargo, finalmente no sólo no paralizó la iniciativa sino que pretendió centralizar el dinero recaudado.
POR PARTE DE LOS DELEGADOS PROVINCIALES DE FERE Y EYG
Según la información que nos trasmitieron los presidentes de nuestras Federaciones provinciales, un porcentaje significativo dijo no tener conocimiento de la iniciativa. Otros reconocieron haber oído hablar de ella, pero no le dieron la importancia ni la trascendencia que luego fue cobrando el asunto. Algunos se manifestaron rotundamente contrarios a apoyarla, como fue el caso, una vez más, del representante de Valencia.
No obstante, después de que se produjeron diversos contactos entre los presidentes de Federación y los representantes de FERE y EyG en el ámbito provincial, los resultados fueron algo más fructíferos. Por ejemplo, en Asturias se avanzó algo más. En cualquier caso, sin grandes alegrías.
POR PARTE DE LOS DIRECTORES DE LOS COLEGIOS
La reacción más extendida fue la de pasar la carta directamente al presidente de la Asociación de Padres para que ellos se responsabilizaran del asunto. Sólo unos pocos apoyaron la iniciativa, aunque no tenían muy claro cómo hacerlo. Otros plantearon diversas excusas. Tuvimos la sensación de que la inmensa mayoría los dirigentes de CONCAPA pensaban que nos habíamos vuelto locos y que tarde o temprano se nos pasaría aquella enajenación.
POR PARTE DE LOS PRESIDENTES DE LAS APAS
La primera reacción fue de sorpresa. En algunas provincias las respuestas que se dieron no fueron satisfactorias. Hubo casos en los que amenazaron con salirse de la federación correspondiente. También los hubo que interpretaron que tenían que pagar dos cuotas, una a la federación y otra para la CONCAPA.
Aquellas asociaciones que llamaron a CONCAPA pidiendo información, sintieron alivio al explicarles que era a la dirección del centro a quien se le pedía el euro por familia integrada en el colegio. Aunque fueron pocos, hubo también quienes no pusieron objeción, incluso, en reservar 1 € por familia en la cuota que cobraban a sus socios, y entregarla a la CONCAPA.
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A lo largo de la campaña se produjeron diversas anécdotas. Muchos se hacían cruces por la cantidad de dinero que ingresaríamos en las arcas de CONCAPA si tan sólo consiguiéramos el euro de la mitad de las familias que decíamos representar (un millón y medio). La realidad fue que la recaudación ascendió a poco más de doce mil euros. Aquello sólo significó un pequeño alivio en la economía de la confederación que, a pesar de todo, no dejó de discurrir lánguidamente, como le gustaba expresar a nuestro tesorero.
Sin embargo, aún hoy sigo pensando que empresarios de centros escolares, directores y sindicatos de profesores, son corresponsables de que la CONCAPA, como institución absolutamente representativa de los padres que llevan los hijos a sus colegios, sea una organización fuerte, con una sólida infraestructura y con un mínimo gabinete jurídico, de prensa y de nuevas tecnologías. Todo ello sin menoscabo de su más absoluta independencia. Estas organizaciones deben colaborar en que a nuestra confederación le llegue regularmente una cuota que, al igual que los propios recursos con los que ellos cuentan en la mayoría de los casos, salga del bolsillo de los padres.