Mi segunda época en la Federación
Un final ingrato y decepcionante
Mi salida de la Presidencia Nacional de CONCAPA dejó los ánimos bastante maltrechos como para involucrarme de nuevo en aventuras asociativas. Una vez más, son otros los que me animan a participar
Entre todas ellas destacan dos personas: Miguel Laspalas y Mercedes, mi esposa. El primero ejercía de Presidente de la Federación y los estatutos le otorgaban el poder de designar libremente hasta tres personas para colaborar en la Junta Directiva. La segunda venía desempeñando profesionalmente su trabajo como Secretaria Técnica de la Federación.
No obstante, mi nueva incorporación a los trabajos que había que desempeñar en la federación estaba motivada por una actividad de lo más prosaica. Había que hacer una mudanza de la sede porque al propietario de la que ocupábamos ya no le interesaba alquilárnosla. Como suele ocurrir, para este trabajo, como para tantos otros, no había muchas manos disponibles. Nos tocó fundamentalmente a Mercedes y a mí realizar aquel traslado. Algún que otro miembro de la junta, primero compadecido y luego arrepentido por la fatiga que le produjo, se dignó arrimar el hombro a la faena; aunque sólo uno de los varios días que nos ocupó aquel traslado. Posteriormente, dados los hechos acontecidos, he llegado a pensar que quienes los protagonizaron entendían que era Mercedes, por ser Secretaria Técnica y cobrar un salario de la Federación (alrededor de 500 €), quien tenía que hacer aquella mudanza y yo acompañarla, puesto que me estaba lucrando con lo que a ella se le pagaba.
Eran todas ellas actividades muy puntuales, que requerían un esfuerzo y una dedicación delimitada en el tiempo. Pensé que éste, y no otro, debía ser el papel que me tocaba desempeñar en esta nueva fase de mi actividad participativa: colaborar, orientar con mucha prudencia y suplir las ausencias cuando fuese requerido para elloUna vez concluido aquel traslado, todo vino rodado. Casi sin quererlo me vi involucrado en organizar la inauguración de la nueva sede. Más adelante surgió la convocatoria de la manifestación a favor de la familia, motivada por la ley del gobierno de Zapatero en la que se equiparaba el matrimonio con las uniones de personas del mismo sexo. Unos meses más tarde se convoca otra manifestación, esta vez en contra de la LOE (Ley Orgánica de Educación). La presencia de Navarra en ambas manifestaciones fue organizada entre Mercedes y yo mismo.
Eran todas ellas actividades muy puntuales, que requerían un esfuerzo y una dedicación delimitada en el tiempo. Pensé que éste, y no otro, debía ser el papel que me tocaba desempeñar en esta nueva fase de mi actividad participativa: colaborar, orientar con mucha prudencia y suplir las ausencias cuando fuese requerido para ello. Desde luego, nada que supusiera liderar el rumbo de la federación o asumir un protagonismo por el que ya había pasado.
Con esta disposición, cuando se convocaron las elecciones en el año 2005 y hubo que renovar los cargos de la junta directiva, tuve muy claro que no podía aceptar el cargo de Presidente; aunque así me lo ofreció quien lo estaba ejerciendo en funciones, Alfonso Aparicio. El resto de miembros de la junta lo habrían aceptado sin reparo alguno. Sin embargo, fui yo mismo el que apostó por Alfonso Aparicio para que asumiera la presidencia. Finalmente, a mí se me designó vicepresidente.
Me propuse en este tiempo hacer una nueva página Web para la federación y crear un boletín electrónico que nos mantuviera comunicados con nuestros socios hasta el nivel de familia afiliada a una asociación de padres.
Ciertamente el ambiente que reinaba en la junta directiva era, en aquel momento, extraordinariamente positivo. Es entonces cuando, dadas las circunstancias favorables, y avalado por la demanda de diversas asociaciones, se plantea la posibilidad de constituir el Foro Navarro de la Familia. Labor nada fácil en la que me veo involucrado dada la experiencia y el conocimiento que yo tenía de la organización y de las asociaciones que podían integrarlo. Además, sobre todas ellas poseía un cierto ascendiente que contribuía positivamente a que el Foro Navarro de la Familia pudiera empezar a rodar.
Pero, lamentablemente, la condición humana nos aboca con frecuencia a los comportamientos más ruines y deleznables. A pesar de que, en todo momento, procuraba ser cuidadosamente prudente en mis manifestaciones y propuestas; a pesar de que siempre me mostraba flexible en mis argumentaciones y colaborador en las decisiones que se pudieran adoptar; el Presidente, Alfonso Aparicio, no pudo digerir convenientemente la proximidad de alguien que había ocupado los puestos de máxima relevancia en la organización. Inicia de esta forma una estrategia para evitar mi presencia en la junta directiva y prescindir de los servicios laborales que desempeñaba mi esposa Mercedes. En la práctica, esta sucesión de acontecimientos es la que desemboca finalmente en mi paulatina retirada de la actividad asociativa.
Es en la Asamblea celebrada en junio de 2007 cuando, aprovechando mi debilidad anímica por el acoso al que venía sometido por Alfonso Aparicio, se articula la estrategia que le permitirá dar visos de legalidad a mi supuesta dimisión. A mi entender, son hechos de una extraordinaria gravedad que me obligaban a solventarlos en los tribunales o a digerirlos estoicamente. Este fue mi último contacto con la Federación de Padres CONCAPA Navarra.