El 16 de marzo de 2010 se celebra la Asamblea General del Foro Navarro de la Familia en la que tiene lugar la renovación de la junta directiva y de sus cargos. En este contexto, con las palabras que siguen a continuación, me refiero a la situación institucional en la que se encuentra el Foro y me despido de mi actividad relacionada con el mundillo de las asociaciones.

Despedida de mi actividad participativa
Las circunstancias adversas me han facilitado un mayor acercamiento a Dios; lo cual, no deja de ser una dicha, dado que, en estas lides, por la precipitación de los acontecimientos y el consecuente protagonismo, podemos obviar nuestra pequeñez sobreviviendo en paralelo con la divinidad y olvidando que el modelo de todo dirigente social lo debemos buscar en Jesucristo.

Hace cuatro años, no sin ciertas dificultades, comenzó su andadura el Foro Navarro de la Familia. Tan sólo transcurrieron los meses de verano para ponernos a trabajar sin descanso en la Iniciativa Legislativa Popular “Red Madre”. Parece simple dicho de esta manera, sin embargo puedo decir, por ejemplo, que una de las primeras dificultades fue identificar al secretario de la Junta Electoral de Navarra, porque quien lo había sido hasta ese momento había cambiado de destino a Logroño. Cuando me entrevisté con el presunto secretario, y digo presunto porque no sólo no era consciente de serlo sino que se resistía a admitirlo, su expresión era de perplejidad mientras escuchaba las razones que me habían dado para que ejerciera esa responsabilidad sobrevenida. Por otra parte, las Iniciativas Legislativas Populares no son frecuentes y la legislación tiene lagunas que han supuesto en otras comunidades el bloqueo casi total de la iniciativa. A nosotros, finalmente, no nos fue mal; aunque hubo que persuadir al secretario de la Junta Electoral para que no hiciera pasar por el juzgado a todos y cada uno de los fedatarios.

Entrevistas en el Parlamento, Ayuntamiento, Gobierno, Arzobispado, actos públicos para presentar la ILP, comparecencias en los medios de comunicación, visitas a la oficina del censo electoral, recogida de firmas en la vía pública; todo ello formó parte de una estrategia que pretendía no sólo recoger las firmas que se necesitaban, objetivo que se cumplió sobradamente, sino sensibilizar a la opinión pública sobre el problema del aborto. Nuestra pretensión era que durante todo ese tiempo se hablara de ello en Navarra, con independencia de que se firmara o no en el pliego.

La propuesta de ley fue debatida finalmente en el Parlamento Foral y, como podíamos sospechar, no fue aprobada. Quizá algunos miembros de la junta directiva y las personas más sensibilizadas que habían actuado como fedatarios se sintieron decepcionados. Sin embargo, todas las acciones que se recogían en aquel texto articulado de la ILP podían llevarse acabo sin necesidad de que el Parlamento aprobara nuestra propuesta de ley. De hecho “Red Madre” sigue teniendo vigencia en nuestra comunidad. Desde luego hubiera sido un éxito su aprobación en el Parlamento, pero yo siempre entendí que el verdadero éxito debíamos buscarlo en el camino que teníamos que recorrer hasta llegar a su debate parlamentario. Y ese éxito se produjo, mucho más teniendo en cuenta las limitaciones con las que tuvimos que trabajar.

Más allá de las acciones, logros o frustraciones concretas, durante todo este tiempo he procurado trabajar siempre con honestidad. Jamás busqué recompensa alguna, tampoco la de cierto prestigio profesional, social o clerical.

Después de “Red Madre”, el Foro Navarro de la Familia necesitaba consolidarse adquiriendo la infraestructura y la financiación necesarias para llevar a cabo su actividad. Sin embargo, circunstancias sobrevenidas que afectaban a mi persona, de una extraordinaria gravedad, hicieron que surgiera la desilusión. Por ello, tengo que pedir disculpas a la asamblea, si bien debo decir en mi descargo que la junta directiva estuvo informada puntualmente; tomándose el acuerdo, a pesar de poner mi cargo a su disposición, de que continuara ejerciendo la presidencia.

No obstante, aunque a un ritmo más bajo, el Foro Navarro de la Familia ha seguido estando presente en determinados ámbitos. Antes de nada hubo que formalizar su registro, lo cual tampoco fue un camino de rosas; dado que tuvimos que recurrir las objeciones que nos puso la asesoría jurídica del registro de asociaciones de Navarra, dándonos finalmente la razón. Participamos activamente en la primera jornada “Católicos y vida pública”, celebrada en Navarra. A propósito de las últimas elecciones autonómicas, junto al Instituto de Política Familiar, presentamos a UPN algunas propuestas en relación precisamente con la política familiar. También estuvimos apoyando a la Plataforma “Navarra Educa en Libertad” o a la “Coordinadora por la vida”. El Foro ha estado presente siempre que lo ha solicitado la Delegación Diocesana de Familia y, aunque declinando algunas invitaciones, también en los medios de comunicación.

En definitiva, y a pesar de esta última temporada, se puede afirmar que un amplio sector de la sociedad Navarra, institucional, popular y mediática, está pendiente del Foro Navarro de la Familia. Tan sólo, eso sí, habría que retomar todos los contactos establecidos, ya sea en las instituciones como en los medios de comunicación. Desde luego, mi disposición hacia la nueva junta directiva que surja de esta asamblea, y hacia su presidente, es total para que, en la medida de mis posibilidades, no se vean obligados a recorrer un camino que ya ha sido andado. Soy consciente de que quien asume una responsabilidad desea ser dueño absoluto de sus decisiones; pero la experiencia me dice que es un error actuar como si la institución de que se trate no tuviera su historia, aunque ésta sea corta. Es un enorme caudal de errores, a los que muchas veces los dirigentes están sometidos, ignorar la trayectoria e identidad de la institución en la que están inmersos, procurando adaptarla a su particular visión de la organización.

Despedida de mi actividad participativa
Sed exquisitos en las relaciones personales. Estáis llamados a crear conciencia social y a ser ejemplo vivo de amor al prójimo, sin olvidar que el fin nunca justifica los medios. No paséis, jamás, por alto que el hecho de que abunden cada vez más los dirigentes no implica que todos los dirigentes sean iguales.

Aún dejando constancia de mi absoluta disposición, como digo, me gustaría aprovechar esta oportunidad para despedirme formalmente de mi actividad participativa. Han pasado muchos años desde 1996, en el que comencé con Mercedes organizando la escuela de padres del colegio Santo Ángel de la Guarda. Y han pasado muchas cosas. Más allá de las acciones, logros o frustraciones concretas, durante todo este tiempo he procurado trabajar siempre con honestidad. Jamás busqué recompensa alguna, tampoco la de cierto prestigio profesional, social o clerical. No sólo he sido respetuoso con el trabajo desempeñado por mis antecesores, también aproveché la más pequeña oportunidad para mostrarles mi gratitud personal y la de la organización a la que representaba en cada momento. Respeté escrupulosamente a las personas que formaban parte de los órganos directivos. Jamás las utilicé para llevar a cabo mis propósitos, generales o particulares. Ni tampoco las ignoré cuando sus opiniones no me eran propicias. Sin que las normas estatutarias fueran para mi un corsé obstaculizador, procuré siempre no apartarme de su cumplimiento ni pasarlas por alto. Y en fin, cuando me fijé algún objetivo legítimo tuve siempre en cuenta que este hecho no justificaba por sí mismo la utilización de medios ilegítimos o poco éticos. Quizá fueron algunas de estas actitudes las que percibieron en mí las personas que me auparon en la asunción de las diferentes responsabilidades que fui teniendo. Yo nunca tomé la iniciativa.

Al mismo tiempo, he de reconocer que también me he lucrado. Me he lucrado con la amistad de personas que me han hecho crecer, y que en otras circunstancias no hubiera conocido. Me he lucrado con la satisfacción de haber cubierto casi la totalidad de las expectativas que me planteé, en gran medida porque eran realistas. Me lucré con el trabajo apasionante que me hizo llevar un ritmo de vida, por momentos, vertiginoso. Y me lucré, en fin, aprovechando las oportunidades que me ha brindado toda esta actividad para ejercitar cierta pedagogía con mis hijos, mostrándoles uno de los posibles caminos de perfección y felicidad, como es el de servir a los demás sin esperar nada a cambio.

Y me lucré, en fin, aprovechando las oportunidades que me ha brindado toda esta actividad para ejercitar cierta pedagogía con mis hijos, mostrándoles uno de los posibles caminos de perfección y felicidad, como es el de servir a los demás sin esperar nada a cambio.

Pero en todo este camino, hasta este último acto que presido, ha habido muchas personas a las que agradezco su trabajo, asesoramiento o simplemente su apoyo. Aunque me refiero a ellas en términos genéricos, son personas concretas con las que guardo amistad o recuerdo con cierta frecuencia. Especialmente, y no sólo porque se encuentra presente, me gustaría mencionar a Mª Luisa Braco, que siempre ha estado dispuesta a arrimar el hombre y apoyarme. Pero, sobretodo, me gustaría darte las gracias, Mª Luisa, por el cariño que me has demostrado a lo largo de todos estos años.

También quiero mostrar mi gratitud a las personas que me lo han puesto difícil. No ha habido muchas, ciertamente, pero han sido significativas. Su oposición fue, a veces, un obstáculo insalvable; pero otras, mejoró sustancialmente la toma de decisiones. Y en último extremo, cuando me han creado problemas de conciencia, han permitido que la pudiera examinar, consiguiendo salir airoso después de haberme apoyado en el asesoramiento ético pertinente. Y en todo caso, las circunstancias adversas me han facilitado un mayor acercamiento a Dios; lo cual, no deja de ser una dicha, dado que, en estas lides, por la precipitación de los acontecimientos y el consecuente protagonismo, podemos obviar nuestra pequeñez sobreviviendo en paralelo con la divinidad y olvidando que el modelo de todo dirigente social lo debemos buscar en Jesucristo.

Me gustaría manifestar, antes de acabar, a modo, no ya de gratitud sino de testimonio, que mis grades limitaciones jamás hubieran permitido que hiciera lo poco o lo mucho que he realizado. Mi recorrido no hubiera sido posible sin la aportación de las grades virtudes de Mercedes. Un verdadero lucro de lujo. Mi complemento perfecto, por quien no me cansaré de dar gracias a Dios. La actividad que ambos hemos llevado adelante ha formado parte de nuestro proyecto común de vida, enriqueciéndonos y elevándonos por encima de la mediocridad que a todos nos aporta nuestra condición humana. No encuentro cabida a manifestarle mis gracias, como si de alguien ajeno a mí se tratara. La Gracia es aquella con la que Dios nos ha bendecido, haciendo inseparable nuestra unidad e inconcebible la desunión, porque ya no seríamos nosotros.

Por último, muchas gracias a los que confiasteis en mí para presidir el Foro Navarro de la Familia en estos cuatro años y a los que me habéis acompañado como miembros de la junta directiva. Mi deseo de éxito para el nuevo equipo que salga elegido en esta asamblea y mi humilde recomendación de que seáis exquisitos en las relaciones personales. Estáis llamados a crear conciencia social y a ser ejemplo vivo de amor al prójimo, sin olvidar que el fin nunca justifica los medios. No paséis, jamás, por alto que el hecho de que abunden cada vez más los dirigentes no implica que todos los dirigentes sean iguales.

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