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Las revueltas antirracistas en Estados Unidos se vuelven contra España para no sacar a relucir las vergüenzas anglosajonas propias. El protestantismo genocida siempre tiene que quedar por encima del papismo católico. Con España, lo tienen a huevo. ¿Para qué buscar culpables en otro lado? España, y su labor de difusión de la religión católica, es la víctima propiciatoria de todas las barbaridades histórica que ingleses, franceses, holandeses, belgas, alemanes y demás raleas han cometido e impunemente han borrado de su historia. Una historia que nos la han hecho aprender a los propios españoles e hispanoamericanos escrita por ellos, por los barbaros anglosajones.

Pues bien, hoy recurro también a María Elvira Roca Barea para dar a conocer lo que realmente ocurrió en California cuando calló en manos de los Estados Unidos en 1848. Una realidad muy diferente de la que existía cuando estuvo en manos de los españoles. En su libro “Fracasología” le dedica un capítulo a California. Comienza refiriéndose a la supresión de la festividad del Columbus Day. María Elvira ha anunciado ya en varias ocasiones, y desde hace tiempo, que esta ofensiva indigenista contra España y todo lo referente a la llegada de los españoles a América, irá a más. La oportunidad se ha servido en bandeja con lo de la muerte de George Floyd, aunque no lleguemos a entender muy bien cuál es la razón de mezclar churras con merinas.

Un poco más adelante nos habla de la historia de California y del verdadero genocidio llevado a cabo allí. Y de quién lo realizó. Finalmente, plantea un paralelismo entre Fray Junípero Serra y el genocida senador Leland Stanford, que fundó en California la universidad que lleva su nombre. De lo cual no se avergüenzan los indigenistas ni el resto de ciudadanos que sí tiran por tierra toda la huella de España en aquellas tierras.

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  1 COMENTARIOS
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Jacinto

17/07/2020 a las 12:58

Despues de escuchar el audio, dudo mucho que los propios habitantes de California conozcan el origen de su universidad y de quién fue realmente este Stanford. Sí, conocen la historia de la muerte del hijo y la propaganda de su bondadosa filantropía, pero no lo que se cuenta aquí